Los pies han de estar separados por la anchura de un pie aproximadamente y controlar si el peso está repartido entre ellos.
Controlamos que las rodillas no estén hiperextendidas es decir hacia atrás, que los triángulos de la cintura entre brazos y cuerpo estén iguales, que los hombros estén a la misma altura. Observar si la cabeza está perpendicular al cuerpo o ligeramente inclinada hacia un lado.
Es importante que no intentemos corregir errores durante el chequeo. Lo que se pretende es conocer nuestro patrón de postura actual y así poder modificarlo si es necesario.
Empezaremos a corregir la postura desde abajo, repartimos el peso en ambos pies, corregimos la posición de las rodillas, relajamos los hombros, llevamos la barbilla ligeramente en dirección al cuello y nos vamos enderezando poco a poco. Podemos coger un palo y lo sostenemos entre las manos sobre la cabeza y los codos doblados en ángulo recto. Imaginamos que queremos alargar el palo en sus extremos. Notaremos como se va tensando toda la cintura escapular especialmente los músculos entre los omóplatos. Podemos relajarnos y volver a hacerlo varias veces.
Nos observamos de lado frente al espejo. Posición de las rodillas. Miramos si la pelvis está muy adelantada si el vientre parece abombarse. ¿Está la espalda curvada hacia atrás a nivel del tórax? ¿Están inclinadas hacia delante la cabeza y el cuello?
La postura correcta se reconoce fácilmente por la sensación de ausencia de todo esfuerzo.